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LOS RETOS SOCIALES DEL TURISMO

FOOD & BEVERAGE: AGRICULTURA INNOVADORA

Gracias a Vandana Shiva y su estupendo libro Cosecha Robada, he descubierto que la verdadera innovación en los alimentos, reside en la naturaleza y en lo natural. Vandana nos introduce en el apasionante mundo de la Soberanía Alimenticia. Nos cuenta como las multinacionales de la industria de la alimentación, conducen a multitud de agricultores de India al suicidio y a miles de mujeres a la prostitución.

¿Qué cómo lo hacen? Mediante la Propiedad Intelectual. Crean patentes sobre semillas para empobrecer y arruinar a los agricultores. Éstos se suicidan ingiriendo el veneno procedente de los mismos pesticidas que compran a estas multinacionales. La globalización ha transformado, mediante complejos tratados de libre comercio, siglos de innovación colectiva de agricultores y campesinos, en agricultura industrial bajo la idea de que es necesario que se cultiven más alimentos y se reduzca el hambre. El resultado es que la población ha empobrecido, existe más hambre y la alimentación sana ha sido sustituida por agricultura industrial de base química, genética y transgénica.

Tal perversión se fundamenta en el Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual, relacionada con la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Esto significa patentar la vida natural sobre la que éticamente no tienen ningún derecho. Este acuerdo, criminaliza las acciones de guardar y compartir semillas de la propia cosecha para futuras siembras. Igualmente, legaliza la entrada y expansión, en países enteros, de alimentos modificados genéticamente a bajo precio y convierte en delitos, las acciones que se emprenden para proteger la diversidad biológica y cultural.

El totalitarismo alimenticio controla toda la cadena de valor. Está demostrado que la agricultura industrial y la acuicultura, consumen más recursos de los que producen. Existe un estudio que compara los policultivos tradicionales y los monocultivos industriales. El resultado nos muestra como un sistema de policultivos puede producir 100 unidades de comida a partir de 5 unidades de input, mientras que un sistema industrial requiere 300 unidades de input para producir esas mismas 100 unidades.

Durante los últimos días, algunos medios de comunicación, nos han informado sobre el desarrollo de las reuniones del G-8 y la OMC. No se ha llegado a un acuerdo en la Ronda de Doha, entre otras cosas, por las desavenencias entre India y EEUU pero Pascal Lamy, Presidente de la OMC, nos advierte de que continuaran en la brecha. La avaricia y la codicia no tienen límites.

Mientras leo en El Periódico a Joan Caball, Coordinador Nacional de la Unió de Pagesos de Catalunya, me pregunto si la ciudadanía es consciente de sus serias y reales advertencias. Se refiere a la falta de respuestas de los países ricos ante la alerta global. Hundiendo a los agricultores, robando cosechas, anulando el legado generacional, llenando de transgénicos y productos químicos nuestra alimentación, llegaremos a un caos peor que el del petróleo. Podemos vivir sin petróleo, aunque parezca imposible pero no podemos vivir sin comer. Vamos hacia la tiranía alimenticia. Una ligera esperanza aparece en Facebook y Twitter hace pocas horas cuando Ernest Benach nos cuenta que ha recibido a los de la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) “Som lo que Sembrempresentando firmas para una ley contra los transgénicos. Hace semanas que firmé. Os invito a que os unáis. Es más importante de lo que os podéis imaginar.

Este es el problema central pero las ramificaciones se extienden al sector turístico. Esta situación afecta a proveedores y consumidores de productos y servicios turísticos. Algunas preguntas afloran a mi mente: ¿Los agricultores europeos que se dedican a la producción enológica veran su sabiduría transformada en caldo genético de bajo presupuesto y peor calidad? ¿Qué comemos y bebemos cuando compramos o nos alojamos en establecimientos que basan su oferta en una estrategia de precios? La solución está en manos de los consumidores. Debemos ejercer nuestro derecho a decidir que queremos consumir, cómo y quien lo produce.

Vandana termina diciéndonos que la democracia alimenticia es el nuevo reto en temas de sostenibilidad ecológica y justicia social. Aparte de escribir buenos libros, es una señora estupenda que puede poner en la solapa de sus libros que es Doctora en Física, Directora de la Fundación para la Investigación Científica, Tecnológica y Ecológica y Premio Nóbel Alternativo (Right Livelihood Award).

 

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